O dicho de otra manera, las estanterías de las farmacias están llenas de genéricos.
Cuando te duele la cabeza tienes muchas opciones en la farmacia. Podrías elegir un medicamento con marca, de esos que hacen publicidad en los medios, o pedir directamente Paracetamol de 500 mg. En realidad entre estos dos estarías pidiendo la misma cosa, porque ambos contienen el mismo principio activo: paracetamol. Ninguno de ellos es “el original”, ninguno de los laboratorios que producen esos medicamentos son “el descubridor de la fórmula”. Entonces, cuál es la diferencia?
La más visible es que el que tiene marca comercial, el que conocés por la publicidad, es más caro.
Casi todos los medicamentos tienen marca en su descubrimiento. Desde que se comienza a investigar una molécula hasta que se comercializa pueden pasar un promedio de 10 años en investigación, ensayos de laboratorio y clínicos. Son los laboratorios más grandes los que suelen embarcarse en estos caminos que conllevan asumir grandes costos. Si bien implica millonarias inversiones, cuando descubren el medicamento final, se les otorga la exclusividad de comercialización durante el tiempo que dura su patente. En general son 20 años, tiempo que le permite al laboratorio recuperar la inversión dedicada al desarrollo del nuevo producto y más.
Básicamente la protección de patentes permite a los inventores hacer público su trabajo a cambio de los derechos exclusivos para comercializarlo, y así amortizar los costos. Sin embargo, ese derecho debe de caducar para evitar monopolios perpetuos.
Cuando el laboratorio desarrollador pierde la patente, empieza a competir en precio ya que otros laboratorios comercializan el producto.
Si bien cualquier laboratorio puede producir el equivalente genérico, debe pasar los estrictos controles de la autoridad competente. La autoridad de aprobación en Argentina es la ANMAT -Administración Nacional de Medicamentos y Tecnología Médica, y es que certifica los procedimientos de producción, calidad, seguridad y eficacia de estos productos. Una vez que el producto aprueba todos los controles y auditorías, recibe la autorización para la venta.
Este equivalente genérico consigue salir al mercado a un precio menor que el innovador ya que no hay costo de investigación y desarrollo que amortizar.
Entonces, una vez vencida la patente de un medicamento, en las estanterías de las farmacias conviven diversos estilos de genéricos, por decirle de alguna manera. Los que tienen marca comercial y los que no.
“Los medicamentos genéricos y los de marca son técnicamente iguales ya que han tenido que previamente demostrar su eficacia, seguridad, calidad y tienen el mismo principio activo, la misma dosis y también la misma forma farmacéutica.”
A esta altura ya te estarás preguntando: si hay un solo original, todo el resto de los medicamentos que se venden ¿son genéricos?
Exactamente, hay una larga lista de genéricos, que se venden bajo otros nombres comerciales. La mayoría de estas marcas, producidas por grandes laboratorios, intenta diferenciarse y tiene una línea grande de lo mismo con “pequeños extras”, por ejemplo los típicos forte, junior, granulado sin agua, sabor naranja, etc.
Y por qué estos medicamentos genéricos “con marca” son más caros que los llamados genéricos?
Porque así como el innovador invirtió en investigación, el laboratorio “de marca” invierte en publicidad, promoción, fuerza de venta, acciones de marketing y eso implica sostener una gran inversión. Esos costos se trasladan al precio del producto.
Lamentablemente, a pesar de que la eficacia terapéutica, que es en última instancia lo importante, sea la misma, todavía la percepción social, es que, de alguna manera el “de marca” es diferente y mejor.
Muchas campañas colaboraron para que la gente perciba esto. Repetimos que no es así: Los medicamentos genéricos sin marca se producen en empresas farmacéuticas de primer nivel auditadas y controladas con los mismos parámetros que son controlados los laboratorios que producen medicamentos genéricos con marca comercial. Además, los principios activos (que son las sustancias a las que se debe el efecto del producto), son de igual calidad en ambos casos. Por lo tanto no hay necesidad de pagar de más por un medicamento “con marca”.